La Gaceta de Alejandría

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En la época en que se gestaba el romanticismo alemán, el estruendoso Sturm un Drang, tiempo ávido de lecturas y de escrituras apasionadas, se editaron una enorme cantidad de revistas literarias y de creación poética y filosófica, que venían a colmar las inquietudes de todos aquellos que no se conformaban con el, habitualmente, único libro de lectura que solía ocupar las estanterías de los piadosos hogares alemanes: la biblia luterana... Quizá porque nunca se había escrito y publicado tanto, el poeta Schiller, gran abanderado de la educación estética y de la libertad romántica, definió la época como el siglo manchado de tinta.

Con ese espíritu, el espíritu legendario y sentimental de la tinta, y sin embargo, como ven, en formato digital –¿Qué acontecimiento genuino, amigos, no soporta sus incoherencias y contradicciones ?–, queremos presentarles este primer número de La Gaceta de Alejandría, con la intención de ponerle una hermosa mancha de tinta a este tiempo nuestro de biblias luteranas de pensamiento único, de pulcra asepsia digital y de caligrafías olvidadas...

Nunca sabremos la cantidad innumerable de volúmenes y de diferentes tintas y caligrafías que atesoraba la legendaria biblioteca de Alejandría, el entusiasmo por descubrir nuevas ideas, por encontrar en el ser humano la medida de su dignidad, por buscar en la geometría la proporción adecuada del universo para que lo pueda alcanzar nuestra mirada, la emoción insuperable de fijar en un poema toda la belleza de la fugacidad de un instante, pero siempre será, la gran biblioteca perdida, un hermoso argumento para el estímulo de nuestra imaginación, para persistir en la búsqueda de la belleza, de la alegría y del conocimiento ¡Aún pervive Alejandría! afirma María Belmonte. Alejandría parece un mundo lejano y extraño pero los mundos extraños ayudan siempre a entender mejor el nuestro.

La Gaceta de Alejandría trae noticias del otro lado, de las aventuras y los avatares del espíritu, a través de ese mar de tinta enardecido que fecundó todas las épocas y todas las costas del Mediterráneo. Huele a vino añejo y a especias orientales. También huele a papel recién tintado. Es la convocatoria al ágape, al banquete de Platón. Bajo su sabia protección nos acogemos desde este primer número que hemos hecho con todo el entusiasmo del que somos capaces. Esperamos que lo disfruten. Como bien dejó dicho el mismo Platón: el principio es como un dios, que mientras permanece entre nosotros, salva todas las cosas.

José Luis Martínez